Javier es un joven aventurero, una persona activa dentro de la sociedad, que no se conforma con lo primero que ve..
Quizá por eso, por su familia de mente abierta y por sus ganas de ver y aprender; nos puede contar muchas cosas de sus viajes y de los lugares a los que ha ido.
Hablaremos con él, sobre esto, sus experiencias y sus aprendizajes en estos procesos.
Así que ahí vamos.
- Hola Javier, Nos gustaría que nos hablaras por cuantos países y ciudades has pasado.
– Hola Víctor. En primer lugar, agradecerte el poder compartir este rato contigo, para mí siempre es un placer: eres la persona más noble y honesta que conozco.
– Respondiendo la pregunta: he pasado a lo largo de mi vida por bastantes países de Europa. Fuera de Europa no tantos: Marruecos, Irán, Turquía, Groenlandia, Canadá y Venezuela. Y, recientemente, he regresado de un viaje desde Lima (Perú) hasta Montevideo (Uruguay), pasando también por Bolivia y Argentina.
- ¿Con cuál de todas esas ciudades te quedas?
– Yo me quedo con Zaragoza y con Uesca. Al fin y al cabo lo más importante siempre son las personas y como zaragozano que lleva años viviendo en Uesca la mayoría de mi gente está en estas dos ciudades.
En cuanto a ciudades en la que he estado y que regresaría me quedo con las del entorno mediterráneo. Sarajevo es muy buen ejemplo. Impacta ver la ciudad extendiéndose por el valle y flanqueada por los cerros de alrededor. Sobrecoge el pensar que hace dos décadas desde esos cerros se masacraba a la población civil, todavía quedan restos de balas y metralla en las calles. La comida es estupenda, con diversas influencias. Sentir como se mezclan las tres culturas (católica, ortodoxa y musulmana) también es curioso y la historia de Tito y la llegada de los eslavos a esa lugar también.
En Europa es difícil encontrar lugares genuinos en las ciudades, en el sur creo que se conservan mejor esos lugares. Claro está, si no son ciudades totalmente tomadas por el turismo. Me encanta la importancia de la calle y las plazas, como lo que vivimos en los 80 y 90 los nacidos en nuestro barrio de San José. Paseando por estas ciudades la gente también pilla capazos, aunque los llamen de otra forma, se echan partidas de ajedrez, los bancos de sentarse están ocupados, los niños y niñas juegan en la calle… Por eso guardo muy buen recuerdo también de Nápoles, Palermo, Salónica y Estambul.
Además, por mis experiencias personales y la gente que dejé allí me acuerdo muchísimo de Barquisimeto en Venezuela y de Cochabamba en Bolivia.
¿Qué anécdotas te han sucedido más importantes?
Pppffff (sonríe después de un resoplido). Creo que dos. Las voy a abreviar. Una vez fui junto con mi compañera en coche a Estambul desde Zaragoza. En Albania pasamos una noche en Gjirokaster. Dejamos el coche en una avenida. Lo aparqué en sentido opuesto al tránsito en ese carril. Total que al rato decidí ir a cambiarlo para que estuviera mirando hacia el mismo sentido. Bajé a la calle y vi que al otro lado del boulevard estaba todo despejado y se podía aparcar sin problemas. Lo llevé hasta allí y me fui a la cama. A la mañana siguiente nada más bajar del alojamiento nos encontramos con toda la zona del boulevard y la zona opuesta a donde había aparcado el coche repleta de puestos de mercadillo. ¡El rastro de la ciudad! Y ni rastro del coche… Nos acercamos hasta donde lo había dejado y no estaba. Eso sí, mirando más, entre un puesto de bragas y otro de toallas, entre las lonas, se veía el retrovisor. Efectivamente, ahí estaba el coche, entre los dos puestos. Lo curioso es que habían abierto el coche, quitado el freno de mano y desplazado hasta donde no molestaba tanto para montar los puestos… ¡Nos ahorramos la multa y ellos montaron sus puestos! Solución genial e impensable en Zaragoza a día de hoy.
La otra fue en Venezuela. Pillé el dengue y la experiencia también fue curiosa, pero esto lo contaré otro día para no alargar esta entrevista mucho. Porque tiene bastante miga y vale la pena desarrollarla entera. Cuando la escriba en un libro, te enterarás.
- Dado que has viajado tanto, ¿Cómo ves el mundo actualmente?
– Ppppffff. (Otro resoplido). Jodo, buena pregunta maño. No tengo una perspectiva muy larga para poder decir lo que voy a decir. Pero con mis treinta años, lo que he leído y lo que he observado creo que el mundo es algo más peligroso que hace un tiempo y, sin duda, mucho más individualista y egoísta que antes.
No hace falta irse lejos para entender esto. Aquellos lugares más alejados del capitalismo y de este modelo de sociedad occidental que predomina ahora mantienen la hopitalidad y la generosidad como valores imprescindibles en el trato a desconocidos. Eso en las ciudades es más difícil de encontrar. Incluso en nuestra sociedad si vas a la montaña los gestos de solidaridad son mayores que en las ciudades: recuerdo una vez subiendo al Bisaurín que un amigo iba con los ojos mal por el sol y la nieve. Mientras volvíamos de la excursión, nos encontramos a otros que subían y le dejaron las gafas de sol. Nos pidieron que se las dejáramos debajo de la rueda de su furgoneta en el parking. Las gafas era muy buenas y podían costar más de 300 o 400 € y el hombre no nos conocía de nada. Estas situaciones en la ciudad son más difíciles; en la ciudad giramos la cara con lo que no nos gusta con demasiada frecuencia.
- ¿Qué opinas sobre los viajes, ¿Crees que es tan importante viajar como se cuenta?
No. Rotundamente no. Hay personas que viajan mucho y siguen teniendo el mismo comportamiento arrogante y altivo y el mismo pensamiento cuadriculado de siempre que se vende en la televisión.
Sin embargo, se puede tener una amplia visión de uno mismo, de la sociedad y del planeta sin salir de casa. Siempre y cuando se comparta con otras personas.
- ¿Cómo te ves cuando llegas a un país o región que se habla otro idioma que no conoces?
Pues sinceramente, disfruto mucho más en Latinoamérica. Valoro enormemente el poderme sentar en cualquier plaza y esperar que alguien se siente al lado y compartir en la misma lengua. Pero si no hablo la lengua intento comunicarme como puedo. Generalmente con poco respeto por la gramática.
Una vez mantuve una conversación bastante fructífera con un señor muy mayor de Suecia que solo hablaba sueco. Claro, yo ni idea de sueco. Yo trabajaba en un albergue en Groenlandia y conseguí entenderle que no podía dormir tumbado, que tenía que ir a otro hostel de nuestra compañía en otra localidad y que no era el fontanero. Esto último, algo que mi jefe no paraba de repetir. No solo no era el fontanero si no que, obviamente, era huésped. Menuda liada ese día…
- ¿Cómo ves el futuro más inmediato, de zonas occidentales y de otras regiones?
– Bueno, dependerá de lo que nos lo curremos en común. Como toda la historia de la humanidad. Si lo curramos bien tendremos un futuro maravilloso por delante, si cada uno va a su bola, pues pintará más difícil.
Aunque hay mucha gente que ya se está dando cuenta y rechaza el odio que vende el sistema.
- ¿Crees que todos deberíamos ser “activistas” por naturaleza?
– jjejejejeje. (Sonríe). Yo creo que por naturaleza somos sociables. Pero además sociables in situ; no me vale como sociabilización el que únicamente la ejerce por las redes sociales. Las redes sociales son para aparentar y para mantener contacto con familiares y conocidos lejanos, pero te alejan de los familiares y amigos más próximos, y por tanto también de tu propia vida.
- Muchas gracias, si quieres comentarnos algo más, somos todo oídos Javi.
– Pues que, tal y como esperaba, ha sido un verdadero placer, maño. ¡Salud!
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¡Muy buena iniciativa, Víctor!